tag:blogger.com,1999:blog-20266613241069264292024-03-13T06:00:16.377+01:00Je ne vous aime pasBelénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.comBlogger126125tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-69475919389698003482011-01-09T22:34:00.001+01:002011-01-09T22:35:49.457+01:00¡Otto y yo nos vamos!Me he mudado. A un sitio más bonito. Más limpio y amable. Para quién quiera buscarme, a mí, a Pete, a mi niña de las trenzas, a Otto. A quién quiera. Puede encontrarme.<br /><br /><a href="http://alondrasaint.blogspot.com/"><span style="color:#003300;">http://alondrasaint.blogspot.com</span></a>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-58220590021182137942011-01-09T19:58:00.002+01:002011-01-09T20:00:26.043+01:00la verdad.<div align="justify">nunca le pregunté qué tal estaba. no fue por timidez ni dejadez, no os penséis. solo que siempre tuve un miedo irrefrenable a que ella no me contestara. que no supiera qué decir. ¿hay acaso pregunta más estúpida que esa?. todos sabemos que la contestación será la misma según las circunstancias. y es en ese momento cuando derivamos en una serie de pensamiento malintencionados, intentando comprender la respuesta. luego nos asombramos como ilusos al conocer la explicación. tiñendo de absurdas nuestras pesquisas. nunca se lo pregunté y creo que ya nunca se lo preguntaré. aunque ahora me haría ilusión. saber qué siente por una vez. aunque sea rematadamente mentira. nunca lo supe. nunca me lo contó. no se lo pregunté.</div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-59042962117808741212011-01-07T20:24:00.000+01:002011-01-07T20:24:00.602+01:00Ella era chica de paletos grandes.Olalla tenía los ojos claros y las piernas largas. Los dientes perfectos con los paletos de arriba grandecitos, como a Viktor le gustaban. Tenía la piel clara como la arena de la playa y a veces cráteres en sus mejillas cuando sonreía. Fue la primera mujer de Viktor y la última. Fue la primera mujer a la que Viktor dejó cuando conoció a Anna y se le fue el norte (y el sur y el este), pero no la última. Lo que Viktor nunca supo es que a Olalla le inundó la pena por dentro y luego no tenía dónde dejarla cuando iba a dormir. Y se pasaba las noches enteras susurrando su nombre entre los jirones de la almohada, porque Olalla nunca había sido de grandes voces ni disgustos fáciles, mientras su gata parda venía a lamerle la nuca apoyando suavemente el hocico en las lágrimas de Olalla. Pobre Olalla, pensaba todo el mundo. Porque ella había sido una chica buena, de esas que no se meten con nadie, y de las que gustan a la gente, porque tienen así un don especial que hace que irradien amor y carisma a cada paso, a cada tintineo de caderas, de curvas, de lo que sea. Y eso tenía Olalla antes de que Viktor conociera a Anna. Antes de que él se fuera detrás de Anna dejando el barco sin amarrar al puerto, dejando a una Olalla que moriría en el primer naufragio, allí mar adentro. Y Olalla pensó que qué vería Viktor en Anna, si ella no tenía los paletos grandes.Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-86544205900370062082011-01-04T22:08:00.002+01:002011-01-04T22:12:10.340+01:00Pero no nos dábamos cuenta.<div align="justify">Supongo que no estábamos enfadados con la vida por lo que todo el mundo pensaba. Por lo que nos había quitado hacía tanto tiempo y no nos había devuelto. Realmente estábamos enfadados por que no nos había avisado. Ni tan siquiera un reloj contando el tiempo hacia detrás. Nada de cronómetros. Nada de nada. Y nos pilló de sorpresa. El chaparrón y la desolación. Todo junto. Fue desastroso. Ambos lo sabemos ahora. Pero tal vez si alguien nos hubiese avisado momentos antes se podría haber evitado; hubiera bastado con una llamada al fijo, o con un toque en la espalda con la punta de los dedos, o un posit en la nevera, lo que hubiera sido. Pero algo, una señal que nos hubiera hecho darnos cuenta de que el amor se nos estaba acabando. Que ya sólo nuestros labios se alimentaban de los restos pegados al papel. Por eso al final nos dolía tanto querernos. Y se nos enfriaba el alma si pasábamos demasiado tiempo juntos. Si decíamos demasiado tequieros que resultaban no ser verdad. Si dormíamos demasiado tiempo en la misma cama. Pero no nos dábamos cuenta. Nos cegaba la rutina. Los desayunos con prisa. Las tardes vacías en el salón. Las conversaciones cortas. Nos hacían pensar que todo seguía igual. Los como siempres se habían apoderado de nuestra relación. Ahora formaban un grueso muro entre las sábanas.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">Me voy a la playa, a ver si me aclaro.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">(de una vez)</span></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-28956616934972397132011-01-03T21:38:00.000+01:002011-01-03T21:38:14.102+01:00Cuento (I)Esperabas algo del mundo mientras te sentabas en mis rodillas. Nunca supe el qué. ¿Querías alguna estrella favorita?. ¿Algún vinilo famoso?. No lo creo. A tí te iban más los cometas en tus pestañas y los pies en el radiocassette. Esperabas algo de mí. Yo lo sabía. Pero tampoco supe el qué. ¿Querías un beso?. ¿Un abrazo?. No lo creo. A tí te iban más lo chavales que te acompañaban a comprar helados después del colegio. Los que te sacaban un curso. Los que te pagaban tu polo de hielo favorito a expensas de poder tocarte un poco en el único banco del parque. Yo nunca te compré un helado. Tampoco te toqué. Sólo dejaba que te sentaras en mis rodillas.Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-46752306728640441382011-01-01T19:26:00.000+01:002011-01-01T19:26:43.086+01:00La fría de Anna.A lo largo de su vida Anna abandonó a demasiados hombres. Dejó a su paso miles de vidas rotas y de corazones hechos trizas. Los olvidaba rápido, casi tanto como lo que tardaba el taxi en llegar a la puerta. Las despedidas siempre eran las mismas, la misma carta en la encimera de la cocina, ésta a veces era de madera, de porcelana o de plástico, pero las palabras no variaban nunca. Nunca decía lo siento, pero siempre se excusaba por tonterías. Luego iba lo de la maleta, el portazo en la puerta y ya, ya no volvía. Bajaba las escaleras corriendo, como si el tiempo le restara años y vida. Y luego se metía en el taxi sin mirar jamás para atrás. Todos la recordaban así. Fría. Anna. No había un adjetivo para describirla mejor que ese. Y tampoco un adjetivo mejor ocultado. Viktor me contó muchas veces que la primera vez que la vió pensó que era un pobre muchacha inocente que se había perdido en una bar de mala muerte, de los de dusosa reputación, dijo. Pero con el tiempo y con los meses se dió cuenta de que el único pérdido allí había sido él. Tantos y tantos nombres, tantos y tantos hombres pasaron sus dedos por las caderas de Anna, por sus muslos pálidos: Miguel, Daniel, Viktor, Pete... El bueno de Pete. Él también cayó en los suaves movimientos de su cuerpo, como si estuviera hipnotizado todo el tiempo. Él fue el único que pagó demasiado haber amado a Anna.Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-74559955759153466852010-12-31T14:11:00.000+01:002010-12-31T14:11:04.257+01:00El corazón desbocado de Otto que casi se le sale por la boca.<div align="justify">Bromeaba Otto sobre si sentarse en el aire o en el árbol. O mitad de cada. A lo mejor a sus rodillas les apetecía volar un poquito, casi casi, permanecer suspendidas entre el polvo y las partículas del viento fresco. Tenía serias dificultades para acomodarse agusto entre un par de ramas. Se le clavaban entre los huecos de los huesos que le formaban el cuerpecillo y le dolía horrores. Cuando encontró la posición adecuada, con las clavículas en las muñecas y los omoplatos recubriendo sus muslos, el corazón se le quedó sin espacio y casi se le sale por la boca, desbocado. Corrió a tiempo de que sus falanges le apretaran intentado no hacerle mucho daño y le devolvieron otra vez a su sitio, entre la pierna izquierda que flotaba en el aire del otoño. Despues de varias horas recolocándose los huesos consiguió que ninguno se le quedara aislado ni se saliera un poquito por ningún lado, en ese momento levantó la vista para decirle algo a la niña que estaba junto a él en el árbol. ¡Era tan graciosa! Tenía la naricilla en el corazón y las costillas formaban arcos en sus mejillas, como si fuera una gran obra arquitectónica. Sonreía a veces desde la rodilla izquierda, donde tenía puestos los labios, y sus ojos azules, que todavía conservaba en el rostro se abrían paso como pozos de azur. ¡Era tan guapa!. Tenía el pelo cortito casi como un chico malo y muy muy despeinado, como si ella también se hubiese pasado horas colocándose los huesos en aquel árbol. De la emoción las pecas de las mejillas se habían movido por todo su cuerpo y formaban pequeñas estrellitas en diversas partes de su cuerpo, en los pulmones, en la faringe, en las orejas... ¡Era tan monosa!. A Otto le daban ganas de besarla, pero sabía que hasta que encontrara dónde se había dejado los labios pasaría una eternidad y ella ya se habría aburrido de mirarlo. Asi que se conformaba con darla la mano, que con suerte, había mantenido en su posición original, y formaban gustosos una gruesa maraña de huesos y de pieles, junto con algunas pecas que correteaban incesantes de un lado a otro.</div><br /><div align="justify"> </div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"><strong><span style="color:#660000;">Feliz año nuevo</span></strong> y todas esas cosas bonitas que solemos decir en estas fechas. No voy a mentiros, no ha sido el mejor año de mi vida, pero tampoco el más horrible. Abrí este blog hace unos meses y nunca pensé que llegaría hasta aquí. Lo digo porque tengo la extraña manía miedosa de cerrar las cosas antes de tiempo, como quien cierra los ojos antes del golpe final, no puedo decir que nunca lo hubiera pensado, es más, si buscáis en el archivo seguramente encontraréis alguna que otra despedida; pero el amor me robó en su tiempo la valentía y todavía no la he recuperado. Me gustaría mucho, mucho, mejorar, saber qué no os gusta, saberlo todo, como si esto fuera una autopsia el día de fin de año. Para ello (y sin que sirva de precedente) os dejo mi tuenti, en el que me encontraréis por Belén Benito Moreno, para que me mandéis lo que queráis, como si queréis insultarme, que lo aceptaré. También tenéis el Formspring, que acepta anónimos muy bonitos, y el Flickr, pero eso ya es otra historia.</span></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-43760833620575306762010-12-28T21:34:00.001+01:002010-12-28T21:35:14.028+01:00Se te caían las fotos sin revelar de las manos de lo nervioso que te ponías.-Me es indiferente - dijo, mientras dejaba caer la fotografía sin revelar en la palangana.<br />-No te creo. No te puede ser indiferente - dije- el amor o es o no es. Pero nunca indiferente. Vaya forma tonta de dejar pasar las cosas. Las cosas son o las pierdes, en sencillo. No puede gustarte o dejar de gustarte algo porque lo veas demasido complicado, demasiado inalcanzable.<br />-Yo nunca he sido el valiente en esta historia- se le escapaban las fotos entre los dedos, estaba nervioso, estaba intentando justificar su modo de actuar, siempre de la misma manera, como un apuntador en su propia obra de teatro.<br />-Pues entonces vaya amigo estás hecho - dije yo sonriendo - ¿es eso lo que vas a hacer durante el resto de tu vida?<br />-Revelar fotos es una trabajo bonito - se mofaba de la verdad.<br />-Pues entonces, ¿vas a revelar siempre las fotos de otras personas? ¿por qué no dejas que alguien revele tu historia? Tu propia historia, empieza de una vez a ser el protagonista, el héroe de la película, deja de comportarte como si fueras el viento o el aire; tú siempre estás ahí, no quiero que estés más, quiero verte, verte allí, donde deberías estar.Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-51779689244539784602010-12-26T16:03:00.000+01:002010-12-26T16:03:00.473+01:00La infancia de Pete.A veces se le escapaban algunas cosas porque no oía bien con el oído derecho. Algunos verbos en plural o las terceras personas. Incluso se inventaba historietas sobre lo que la gente le contaba cuando no podía oírlas. ¡Qué cara tan graciosa tenía su madre enfadada!. ¡El conductor del autobús escolar los lunes por la mañana!. ¡Su profesora de plástica!. Muchos niños se reían de él porque no jugaba bien al balón prisionero. Él no tenía la culpa si no oía su nombre y no corría de un lado para otro. Por eso siempre iba de la mano de un cajoncito de plástico, con su nombre bien grande escrito en la cara frontal "PETE". Allí metía las tarjetas de débito usadas que se encontraba dentro de las cabinas de teléfono. A veces se le encajaba el cajón con la puerta hasta que un hombre grande venía y le sacaba despacito de allí. Él giraba la manivela que tenía detrás del oído derecho y así no oía al hombre grande regañandole. También guardaba su osito de peluche descosido y un poco de plastilina. Cuando se cansaba cogía los papeles del suelo y hacía barquitos de papel que dejaba caer por las alcantarillas. Pensando que seguro que allí tenía un final más bonito y feliz. También hablaba con los barquitos antes de lanzarlos, pero eso ya es otra historia. Siempre llevaba los pantalones medio rotos porque los niños le solían pegar los martes. A él se le escapaba el pis cada vez que los veía venir, tan grandes y tan fuertes, y lloraba a moco tendido. Muchas veces su madre venía en los recreos a hacerle compañía, con una cajita de pastitas de chocolate y amor a raudales. Pobre Pete, decía.Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-60971492499049880372010-12-24T20:45:00.004+01:002010-12-24T20:52:50.276+01:00Los regalos nunca llaman a la puerta.<div align="justify">Esperaba de cara a la puerta. Con la ilusión puesta el pestillo de color bronce, ya muy gastado, que permanecía impune a los acontecimientos, como riéndose de ella. Bostezaba a menudo desde que el reloj había dado las once, acostumbrada a irse a la cama temprano. La barriga le dolía a horrores, reclamaba el próximo vaso de leche de luciérnagas con galletas. Dormitaba en el suelo esperando la señal concreta. Un ruido de hojas, del viento, del no se qué. Un tac, tac en la puerta. Un algo. Ni tan siquiera sabía lo que esperaba. Y eso le ponía furiosa. Hacía que apretara sus puños con fuerza, como si toda la culpa la tuvieran ellos. Éstos se quejaban y gruñían, todavía despiertos chirriando desesperanzas. No había vida más aburrida que la de esperar algo. Ni más triste que la de saber que aquello que esperas nunca pasará. Pero ella firme en su convicción. A pesar del frío, del sueño y del hambre. Esperaba su regalo de Navidad. Un abrazo caluroso en las mejillas. Sólo eso.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"><span style="color:#990000;">Feliz navidad.</span></div><div align="justify"><span style="color:#990000;">Sólo eso.</span></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-40417522552018922182010-12-23T20:44:00.000+01:002010-12-23T20:44:50.025+01:00De cómo les empezaron a ir mal las cosas.<div align="justify">Iban en el coche azul (como el cielo de los días de otoño) de Miguel. La radio cogía la frecuencia del Puerto de Santa María, pero sólo se oía un murmullo, un eco lejano en la niebla espesa que cubría el aire húmedo. Asfixiante. A menudo ella subía el volumen para intentar descifrar las frases de sus canciones favoritas, no se las sabía demasiado bien y a menudo se equivocaba de sustantivos o plurales. Él reía entonces. Miraba alrededor cómo si todo fuera diferente. Como si aquel camino no lo realizara todos los días. Como si no conociera aquella carretera tan bien como las líneas de su mano izquierda. Miraba al horizonte con los pies puestos en el salpicadero, con la brisa del mar tiñendo de rojo sus mejillas. Con la vida yéndose en su propia cara. Veía a los pájaros posados en los tendidos eléctricos. Todos negros, formando puntos indescriptibles sobre el cielo nublado, como si fueran breves interferencias en un camino continuo y artificial. A menudo soñaba con ser uno de ellos. Y no era porque no lo hubiera intentado, ínfimas veces, si no porque las distancias de las sillas al suelo eran demasiado cortas y las de las escaleras no tanto, pero no le hacía gracia llevar más tiempo las rodillas llenas de tiritas que se quitaban con el roce de un piel ajena. Se preguntaba qué harían cuando llegara el invierno, ¿seguirían allí?, no le importaban los pájaros en ese momento, ¿y de su amor? ¿qué quedaría entonces? Se congelaría como ahora se derretía entre la humedad de los agostos, estaba segura. Y tenía miedo. ¿Qué haría entonces?.<br />-¿Qué harán los pájaros este invierno? Le preguntó a Miguel.<br />-Migrarán, supongo. Contestó Miguel, indiferente, como siempre, como si los minutos no se pasaran nunca y aquel estado de ignorancia fuera a permanecer toda su vida. Había tantos monstruos en su cabeza, demasiadas pesadillas.<br />-¿Y nosotros? Nosotros, ¿por qué no migramos? Preguntó vacía Anna.<br />-No somos pájaros, vivimos atados, no podemos dejarlo todo y marcharnos como ellos. Tenemos cosas por las que permanecer en los sitios. Marcharse es una locura.<br />-A mí me gustan las locuras, Miguel. Yo un día migraré. Como ellos.<br />Y Miguel rió pensando en las tonterías que se le pasaban por la cabeza a Anna. Ella nunca sería un pájaro. No sabía volar. No era valiente. No se iría de allí jamás. Y mientras Miguel se reía Anna se sacó del bolsillo del plumífero una golondrina de cartulina azul que había hecho mientras se aburría en clase. Sacó casi todo el brazo por la ventanilla que estaba abierta y se miró en el retrovisor. Entre la niebla su brazo no se veía y el pájaro parecía volar sólo entre tanta oscuridad. Pasados unos minutos Anna abrió los dedos con los que había cogido al pajarillo y lo soltó, dejando que sus alas describieran un camino hacia atrás, hacia el pasado, perdiéndose entre las brumas de las dudas de la propia Anna. “Yo un día seré como él” pensó, preguntándose cuanto tiempo tardaría en aprender a volar.</div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-30235671031098938962010-12-21T18:57:00.000+01:002010-12-21T18:57:31.801+01:00Otto, el niño del corazón removible.<div align="justify">A veces los huesos se le descolocaban y tenía que pasarse la tarde entera intentando encontrar el sentido correcto. Unas veces al fémur le daban ganas de escaparse y se recorría todo su cuerpecillo hasta llegar al esternón, que aunque no lo pareciera era un chica muy coqueta, de la que estaba tremendamente enamorado y soltaba fosfato cálcito a raudales cuando la veía. No es que al pequeño Otto le importara demasiado, la verdad. Pero era un engorro tener que estar colocándose los huesos antes de salir por la mañana. Nunca le daba tiempo a tomarse el Cola-Cao agusto y eso se notaba en clase, cuando se dormía encima del pupitre verde. Muchas veces se pegaba los huesecillos con superglú o con celo de ositos, para ver si así se quedaban un tiempo más juntitos. Pero los huesos se le enfadaban, sobre todo las clavículas, que eran muy quisquillosas y se movían con más fuerza provocándole, incluso, algún que otro dolor de barriga. </div><div align="justify">A veces la madre de Otto iba al médico para que le recetara unas pastillas para el dolor de barriga porque Otto no quería confesarle lo que le pasaba realmente, no fuera a ser que se asustara, ¡no a todos los niños se les descolocaban los huesos así porque sí!. Por eso se aguantaba los dolores para no tener que tomar más pastillas de esas que sabían tan mal. Un día de otoño Otto se encontró a una niña que estaba subida en un árbol colocándose los piececillos otra vez, pues se habían movido, revoltosos, hasta acabar en sus rodillas. A Otto casi se le caen las lágrimas de la emoción, ¡una niña con los huesos removibles, como él!. Y subió al árbol corriendo, olvidándose de colocarse el corazón en su sitio.</div><div align="justify"></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-31485622527965403622010-12-19T21:13:00.000+01:002010-12-19T21:14:01.449+01:00Cuando se dió cuenta de que no era ella sola.<div align="justify"><em>Lo sé todo. Donde trabaja. Sus restaurantes favoritos. Fuí hasta su casa. Vi al portero. Asi que no sé por qué, le pregunte... Si estaba en casa. El portero empezó a hablar de él. Yo escuchaba. Yo empecé a hablar de él. Lo poco que conozco. Como si lo conociera desde la guardería. Me doy cuenta de que estoy jodida. Así que le digo que me llamo Cindy Rosenberg. No quiero parecer una acosadora. Si supiera lo bien informada que estoy. Su padre tuvo un accidente en 2002. Su madre tiene un stand de flores en Jocelyne´s Treasures. Si supiera ésto, probablemente entraría en un curso de protección o algo así. Glen Close en Atracción Fatal. Esa soy yo.(...)Me llama señorita. Me trata de usted. ¿Somos los jodidos Musset y Georges Stand? Dar largas. Odio dar largas. Está arruinando mis sitios favoritos porque, cuando no está, tomando una cerveza con mis amigos, me aburro. No es divertido. Buen tiempo, los pájaros cantando, el vino es bueno, me digo: ¡Calla, zorra! Pero no está. Y cuando está, como si me hubiera tomado 5 speeds. Saludo a todo el mundo. Actúo como si hubiera salido de la granja. St Donald ¡Hola!. Apenas hablo con él. Pero sé que me ve. Ves a la gente aunque no la mires. Como si estuviera ahí y yo mirara aquí. Te veo. No te miro, pero te veo. Sé donde miras. Sé que me estás mirando. Hijo de puta.(...) El rechazo es duro... Pero se acaba. Plaf. Como una guillotina. Plaf. Pero ya está. Pero es peor esperar una respuesta, pasar semanas pensando que soy una mierda, mientras piensa que estoy loca. Es como hacerte pedazos la cabeza. Como una negativa interminable. Pero llega un momento en que te hartas. Te agrietas. Te agrietas y todo está podrido. Todo está oscuro y quemado. Así que pulso "enviar".</em></div><br /><div align="justify"><strong>Lee ésto y se da miedo. No por nada, ella nunca fue demasiado miedosa. Pero tiene miedo. Siente frías las palmas de las manos. Como si alguien conociera algo demasiado profundo. Demasiado suyo. De ella. Algo que nunca había contado jamás. Y de pronto aparece. Y no es la única. Y el miedo le hace morderse las uñas. Enmendar ilusiones. Miedo de ver que se parece demasiado a lo que cuenta la película. La película de su vida. Un metraje en tres dimensiones. Se ve en la pantalla. Como si estuviera ahí. Pero no está. La situación formó parte del pasado. O no. Quizá eso sea a lo que más miedo le tenga. A que nunca se borró del todo. La cinta sigue dando vueltas. La vida se pasa antes sus ojos. La vida de ella. La suya.</strong></div><div align="justify"><strong></strong> </div><div align="justify">Si queréis saber a que tiene miedo. Toda su vida, toda ella, <a href="http://www.youtube.com/watch?v=6gCPIof4kNQ">aquí. </a></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-11356841494508919712010-12-16T21:47:00.001+01:002010-12-16T21:48:35.424+01:00Los días de otoño de Anna.<div align="justify">Recuerdo como se alisaba la falda Anna los días de otoño. Llevaba su pelo rojo recogido en una gruesa trenza que le llegaba a la cintura. Una camiseta de rayas horizontales azules (siempre azules) y su perenne falda de flores (siempre de flores). Se sentaba en el tronco del árbol, cerraba sus ojos de océano y miraba de cara al sol. A menudo los rayos se propagaban en su rostro de manera que me parecían ver los caleidoscopios en sus mejillas. Aquellos viejos caleidoscopios que ella dibujaba en mis retinas cuando se aburría. Aquellos caleidoscopios que me habían ello amarla como la amaba. Demasiado fuerte incluso para ambos. A menudo, cuando íbamos al bosque y ella se sentaba en su árbol, los días se me hacían demasiado cortos. El sol se iba demasiado temprano y sus mejillas no se llenaban de tantas pecas como a mí me gustaba. Cuando era verano y pasábamos días enteros sentados allí, su cuerpo se llenaba de puntitos anaranjados que la hacían ser, si cabe, todavía más guapa. Un día bueno podía tener casi trescientas por todo el cuerpo. Y cuando Anna estaba contenta se ponían muy juntitas todas y se abrazaban, haciendo que su cuerpo adquiriera una dulce tonalidad rojiza, como si fuera un melocotón maduro en toda ella. Ella sonreía sin pensar cuánto tiempo pasaríamos sin vernos. Sin que yo viera más como se alisaba la falda los días de otoño. Mientras contaba una por una las pecas de sus clavículas. Todas rojizas.</div><div align="justify"></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-20315181877068344352010-12-15T14:40:00.000+01:002010-12-15T14:40:31.960+01:00Bueno, son cosas que pasan.<div align="justify">Las madrugadas de los lunes se comían con los ojos. Las madrugadas de los martes con las clavículas. Las madrugadas de los miércoles no había nada que cenar, siempre discutían. Las madrugadas de los jueves les duraba el enfado. Las madrugadas de los viernes se comían con las vértebras, para no verse la cara, todavía enfadados. Las madrugadas de los sábados se comían con las puntas de los dedos. Las madrugadas de los domingos, no estaban, permanecían. No era la dieta más sana del mundo, la verdad. Pero era la única que hacía que sus huesos se pusieran en pie cuando sonaba el despertador a las siete. Que su carne flácida cobrara la turgencia de los noventa cuando eran, aún, novios. Que los recuerdos se enredaran en el colchón y se perdieran para siempre. (O casi). Y a Miguel le gustaba. Y a Anna también, aunque le costara reconocerlo. Últimamente se perdían la vida demasiado rápido. Siempre deprisa. Y a menudo a Miguel le costaba decir palabras bonitas, de esas que suenan tan bien. Y Anna se enfadaba y ponía morritos. Se le hinchaban las mejillas porque sus pecas se abrazaban para consolarla el llanto. Y dejaba de ponerse la falda bonita que le quedaba demasiado corta. Y Miguel no salía a trabajar tan de buen humor como de costumbre. Luego Anna se pasaba el día medio llorona, equivocándose en las cuentas y teniendo que repasarlas a mano. A menudo alguna clienta se quejaba y ella lloraba a moco tendido y alguna que otra mujer le daba un pañuelo para consolarla. Y cuando cerraba la tienda a Anna le daba por irse al bar de enfrente, donde vendía la soledad a cambio de un par de palabras. Y ese día no había cena. Y Miguel llegaba, dejaba la chaqueta en una silla y no había ni tupper ni posit en la nevera. No había nada. Sólo recuerdos enlatados en la despensa. Y se enfadaban mutuamente. Y ella llegaba cansada, ya de madrugada y se tumbaba en el sillón, medio desnuda. Y esa noche tampoco había ruido de clavículas, ni rodillas.</div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-19599928284071372252010-12-11T18:25:00.000+01:002010-12-11T18:25:10.463+01:00Conversacione con Pete.<div align="justify">No es por nada -empezó a decir él. Empezaba las conversaciones siempre de aquella manera, como si el tema no fuera con él y siempre estuviera hablando en tercera persona. Siempre ausente, siempre sin sujeto propio - pero, quiero decir, no sé, ya sabes, son demasiadas cosas, no es que me muera por tí, que a lo mejor, quizá, también, es sólo... todo. Demasiado, son demasiadas cosas, sí.</div><div align="justify">Gilipolleces - dije yo, lloraba por dentro y mi nariz se enrojecía, chismosa.</div><div align="justify">Para tí, tal vez. ¿Qué cojones haremos cuando nos congelemos? - preguntó, mientras se ataba los cordones sin atinar una y otra vez.</div><div align="justify">¿Cuando nos congelemos? - repetí, las metáforas eran rasgos propios de Pete, casi tanto como sus jerseys de lana.</div><div align="justify">Sí, cuando todo haya muerto y queramos conservar para siempre las palabras que estarán vacías para entonces -decía rápido, como si intentara excusarse de no quererme.</div><div align="justify"> </div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-83728959988347446852010-12-09T20:47:00.001+01:002010-12-09T20:48:57.679+01:00De cómo las cosas se pusieron feas.<div align="justify">Cogió la botella de leche. Corría de punta a punta de la habitación sin parar. El duende de jardín le miraba los dedos de los pies, manchados. Gruñía bajito. </div><div align="justify">-Vas a mancharme la alfombra - dijo el gnomo.</div><div align="justify">Pero ella no escuchaba. Se mordía las uñas. Se hacía sangre en las puntas de los dedos. Lloraba de ansiedad. Gritaba a veces. Estaba estupefacta de alegría contenida. Sus mejillas se habían puesto rojas. Sus pecas saltaban de felicidad. Los párpados susurraban chistes. Sus clavículas dolían del estrés. Y saltaba y saltaba de un lado a otro de la diminuta habitacíon. Esperaba impaciente el momento preciso. Ojeaba por la ventana el mundo sin rechistar. Le hacía daño pensar en la suerte. </div><div align="justify">-¡Ay! - gritó la niña de las trenzas a la vez que apartaba sus pies del suelo un ratito.</div><div align="justify">Y la última botella de leche de luciérnaga brillante del otoño se le cayó al suelo. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">¿</span><a href="http://www.blogger.com/www.formspring.com/miradasdementa"><span style="font-size:78%;">Preguntas</span></a><span style="font-size:78%;"> para la niña de las trenzas?</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">El gnomo me ha ayudado con las fotos, que conste.</span></div><div align="justify"><a href="http://www.blogger.com/www.flickr.com/alondrasaint"><span style="font-size:78%;">Flickr.</span></a></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-39752099245716262682010-12-08T16:58:00.000+01:002010-12-08T16:57:23.243+01:00Cuando Pete se sentaba en la silla de mimbre.<div align="justify"><span style="font-size:85%;">Iba a la cocina, volvía y se sentaba en la cama. Pete estaba asustado, otro domingo más. A veces se le antojaba ponerse delante de la puerta de la habitación para que ella no pudiera pasar y tuviera que mirarle de una vez. Pero siempre se le olvidaba cuando la veía caminar dormitando entre los sueños de la noche anterior. A Pete se le escapaban gruñiditos cuando volvía a verla levantarse e ir hacia la cocina, incluso se ponía a mirar que había en la nevera para que a ella le resultara difícil coger la mermelada. Pero ella siempre alcanzaba lo que quería y Pete terminaba cediendo. Y así se pasaban los días, los domingos. Ella de la cama a la nevera. Y él gruñendo en la silla de mimbre, esperando que después de otros cinco minutos ella se cansara y no se levantara más. Nunca sucedía y todo era constante. Todas las noches Pete acababa llorando desesperado. Se hacía un bultito en la silla de mimbre y se ponía a llorar enjuagándose las lágrimas con su jersey de lana. Ella no le hacía caso. Seguía untándose las mejillas con mermelada. Aún así, de vez en cuando, alguna lágrima le emborronaba el azúcar. Y tenía que limpiársela rápidamente con la sábana de conejitos, para que él no la viera llorar. Pero a Pete no se le escapaba el detalle y siempre revisaba la sábana antes de dormir, buscando manchurrones de mermelada con olor a sal.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;">.</span></div><div align="justify">.</div><div align="justify"></div><div align="justify">.</div><div align="justify"><span style="font-size:85%;">¡Tengo fotos bonitas! (Aunque Pete no ha querido salir hoy)</span></div><div align="justify"><a href="http://www.flickr.com/photos/alondrasaint"><span style="font-size:85%;">Flickr.</span></a></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-42463893332767085842010-12-07T19:25:00.000+01:002010-12-07T19:27:01.090+01:00Qué le vamos a hacer.<a href="http://img192.imageshack.us/img192/5551/dsc02967n0.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 640px; FLOAT: left; HEIGHT: 453px; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://img192.imageshack.us/img192/5551/dsc02967n0.jpg" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span 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style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;">A menudo lloraba en la bañera. Tan a menudo que las lágrimas se solían quedar pegadas a la porcelana y luego no había mano que las pudiera quitar. Se secaba las lágrimas con la toalla de baño que había al lado del grifo. Sólo cuando Pete la escuchaba después de la puerta. Ella sabía que él la espiaba. Se oía su respiración fuerte y monótona al otro lado. Muchas veces le oía llorar a él también. Gimiendo desesperado para que el dolor se acabara de una vez. Para que ella volviera salir del baño y todo volviera ser lo mismo de antes. Pete solía quitarse el jersey de lana blanco y lo pasaba un poquito por debajo de la puerta, para que ella tuviera algo más suavito con lo que secarse las esperanzas. Los domingos, cuando ella empezaba a llorar hecha un bultito en la bañera, Pete pegaba la oreja a la puerta fría del baño y comenzaba a desear para que ella parara a tiempo. Cuando no le daba tiempo a desearlo lo suficientemente fuerte el baño se inundaba de sal y de agua y tenía que llamar al fontanero para que la sacara de allí. Cuando salía, varias horas después, llevaba las botas de agua puestas y el agua le llegaba a la barbilla. Siempre había dicho que era de lágrima fácil.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;">.</span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;"><span style="color:#000000;">Me he hecho un </span><a href="http://www.flickr.com/photos/alondrasaint"><span style="color:#000066;">flickr</span></a><span style="color:#000000;"><span style="color:#000066;"> </span>bonito bonito.</span></span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;"></span><br /></div><div></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-4402855179210304712010-12-07T13:45:00.001+01:002010-12-07T13:45:20.197+01:00Todavía.<a href="http://img340.imageshack.us/img340/2883/dsc02957a.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 765px; FLOAT: left; HEIGHT: 551px; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://img340.imageshack.us/img340/2883/dsc02957a.jpg" /></a><br /><div><span style="font-size:78%;">Todavía son tus domingos de octubre.</span></div><br /><div><span style="font-size:78%;">Entonces el tiempo se nos pasaba volando. Tus medias se desteñían entre la lluvia de aquellos días. Las gaviotas volaban casi tan alto como nosotros. Tú llorabas a ratos. El miedo se desvanecía a cada paso que dábamos después de correr por las escaleras mecánicas. Boca abajo. La garganta nos escocía. El dolor se hacía impune. No somos nada - decías.</span></div><br /><div></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-52222272593323108842010-12-06T16:32:00.000+01:002010-12-06T16:32:24.013+01:00Historias de los domingos por la tarde.<a href="http://img251.imageshack.us/img251/6706/dsc02963e0.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 640px; FLOAT: left; HEIGHT: 448px; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://img251.imageshack.us/img251/6706/dsc02963e0.jpg" /></a><br /><div><a href="http://img151.imageshack.us/img151/8839/dsc02963jz.jpg"></a><br /><br /><div><span style="font-size:78%;">Gastaban casi tanto la vida como el vaho de los azulejos del baño.</span></div></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-64390465415842649472010-12-05T13:37:00.003+01:002010-12-05T13:44:38.364+01:00Las cosas que hacíamos los domingos.<div align="justify">Tu ponías tus manos frías en mis muslos pálidos. Yo te decía que el viento corría demasiado deprisa. Y en contra. Como todas las cosas últimamente. Tú callabas, llorabas y sonreías. Todo al mismo tiempo. Tus ojos se transformaban en pozos de petróleo contaminado, peligroso para cualquiera que pasara sin protección. Y el teatro continuaba. Mi ombligo se convertía en una autopista de peaje. En una carretera secundaria. Tus manos seguían demasiado frías. Siempre quise comprarte unos guantes de lana para estos momentos. Y el polvo del espacio se posaba en tus mejillas. El mundo se desvanecía. El reloj corría demasiado, también.</div><div align="justify"> </div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-39604374188647436122010-12-03T23:35:00.001+01:002010-12-03T23:37:19.651+01:00En orden.Vuela, vuela, vuela. Acaba con el aire de tus pulmones. Que tu soledad se llene de vacío y de agujeros negros. Que tu habitación rojiza se limpie del polvo y la mierda. Que las constelaciones se asienten en tus pestañas. Que satélites inunden tu cabeza. Tu caja torácica. Tus clavículas. Tu médula. Que el polvo de estrellas se disuelva en tus venas. Que tus pecas tiendan a formar parte de tus mejillas. Que seas tú. Nadie más.<br /><br /><br /><br /><span style="font-size:78%;">PD: Oh sí. International Baccalaureate: 8,5.</span><br /><span style="font-size:78%;">Yes, very good.</span>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-59911591672314588032010-12-01T21:03:00.000+01:002010-12-01T21:02:49.899+01:00Los pájaros de tu muñeca.<div align="justify"><a href="http://img808.imageshack.us/img808/9642/dsc024960.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 640px; DISPLAY: block; HEIGHT: 484px; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://img808.imageshack.us/img808/9642/dsc024960.jpg" /></a><span style="font-size:85%;"> A veces le salían pájaros de las muñecas y se pasaba los días buscándolos. Entre los huesos carpianos y el cúbito tenía un pozo de soledad y amargura. Por allí se escapaban. Era tan grande que no podía taparse con tiritas. Preferían echar a volar los domingos, después del café de las doce. Si hacía viento se dejaban llevar y si no movían sus alas bien fuerte. Como si tomaran el impulso de luchar contrar algo. Como si pensaran que se oponían a algo, cuando todo estaba a su favor. Al marcharse dejaban líneas de puntos que si las unías formaban palabras. Otras veces eran caminos de vuelta, para no perderse entre las nubes del insomnio. Una vez se le perdió un pájaro y no volvió. Dejó el hueco vacío en su muñeca. El dolor entraba por ahí tan fácilmente que a veces se tenía que apretar la muñeca con los dedos de la otra mano para que dejara de sangrar ilusiones. A veces se escondían entre las venas para no pasar frío. Otras veces llegaban incluso al corazón. Y revoloteaban entre las costillas. Oprimiéndole el pecho y las ganas de llorar.<br /></span><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div></div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2026661324106926429.post-2180285907880356332010-11-29T18:14:00.004+01:002010-11-29T21:01:24.841+01:00Lunes<div align="justify"><em>"¿Qué?"</em> pregunto él. Silencio palpable. Paraísos congelados. "<em>Nada"</em>respondió ella. Y se pasaban los días hablándose sin hablar. Huyendo de los recuerdos bonitos por las salidas de emergencia. Tapándose por la noche para no sentir el frío del fin. Y se consumían mutuamente entre latidos dolorosos. Entre sangre demasiado fría corriendo por arterias infinitas. Entre la amargura de los pudo ser y no fue. Entre las hojas de los diarios de aquellos días. Sus días. Y ahora todo se muere. Y ya sólo hay palabras vacías. Tumbas.</div>Belénhttp://www.blogger.com/profile/05121619937020712728noreply@blogger.com3