jeudi 22 juillet 2010

Padlock.





Ello (ella, él) salió de aquel cine en blanco y negro dando la mano al otro yo, al yo dulce y tierno, al yo femenino, al yo de ella.
Dejó su mano caer sobre los dedos de ella, aquellos dedos largos y finos, inmesurablemente delgados, muertos, pero vivos para él. Sus manos unidas parecían candados inrompibles, candados oxidados que nunca se destuirían.

Continuaron andando calle abajo, a nadie miraban, en nadie se fijaban, formaban una burbuja a su alrededor que impedía el paso extraño, se alimentaban de su propio amor, de su propio oxígeno.
Aunque cualquier otra persona pudiera pensar que eran simples novios o compañeros (como guste llamarlo) había un vínculo común tan fuerte que era imposible que, aún kilómetros y kilómetros de distancia, ello (ella y él) se separara.
Reconoceré que daba miedo la forma que tenían de mirarse el uno al otro, como si pudieran profundizar plenamente en el corazón del otro, en sus venas, sus arterias, sus sentidos.
Después de tantos años reviviendo esta situación, he llegado a pensar que era así de verdad.
Quizá lo que más miedo me daba en sí era que yo nunca me sentiría así con nadie.


Se me pasa el verano y no me doy cuenta.
(Aunque lo niegue, te sigo echando de menos).


5 commentaires:

  1. Muchas gracias :)
    Precioso texto, cómo no.
    Besos!

    RépondreSupprimer
  2. Que bonita la foto y el texto precioso(:
    garcias por pasartee!
    besoos

    RépondreSupprimer
  3. Que pasada, me encanta lo de ''ello (él y ella)'' no sé por qúe, pero me encanta:)

    B.

    RépondreSupprimer
  4. Que preciosidad de texto! Me encanta! :)
    A mí también se me está pasando el verano volando...
    Besitos.

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.