mardi 31 août 2010

Chap, chap -exclamaban las botas rosas.



Le quedaba la ignorancia del no saber que iba a pasar. De no saber nada. De pensar que quizá el mundo se acabara dentro de poco y ella no había cumplido ninguno de sus sueños. Ellos estaban escritos en un papel rosa, pegado con un imán a la nevera. Sueños imantados. Noches frías de invierno, con alguien a quién acurrucarse. Botas rosas de lluvia sobre charcos que pisar. Viajes a los que nunca llegó. Deseos que escaparon de su alcance cuando diversas palabras se pronunciaron hace un tiempo atrás. Horas de gimnasio, de largas carreras por el parque que nunca se cumplirían. Deseos de dejar las cosas claras. Y que nunca se dejarían. Faltaba una pizca de ésto y una pizca de aquello. Un poco de valentía por aquí. Ganas por allí. Dinero por allá. O son excusas, simplemente. El miedo a no saber a que atenerse cuando sus sueños se hubieran cumplido. ¿Tendría más sueños después de cumplir aquellos?. ¿Desaparecería del universo, entonces?. Así, PLAF!. Como un mago que termina su función y se va por una trampilla por el suelo dejando a su paso toneladas de humo y un resquemor en la nariz. ¿Sería así su final?. ¿Tan apabullante?. Caminaba lentamente pensando en estas remotas cuestiones cuando se fijó en aquel charco transparente que ocupaba gran parte de la hierba verde. Y fresca, también. Muy fría. Casi tanto como la temperatura del ambiente. Como su corazón en aquellos días. Sin ganas ni con quién calentarse. Fue el momento decisivo de la historia. De su historia. De cumplir el primer sueño de los veinticinco. Al fin y al cabo, le quedaban veinticuatro. Por si acaso. Por si las moscas o luciérnagas. No creía morir por perder un sueño. Por cumplirlo. Marchó decidida hasta la orilla del charco. O charquito. O charquitillo, mejor. Y saltó. El universo se paró en ese preciso instante. La panadera dejó de hacer pan en esos momentos. La niña dejó de chupar la piruleta. El obrero dejó el yeso para otro momento. El actor dejó de memorizar el guión. La nieve dejó de caer. Afortunadamente el charco no estaba helado y el universo comenzó a moverse otra vez cuando ella comenzó a chapotear como una niña. Con sus botas rosas. (Que una cosa es tener miedo a cumplir tus sueños y otra es no poder comprarte unas maravillosas botas rosas). Chap, chap. Breve chapoteo en el agua. Sueño cumplido. Y no me he muerto. Menos mal. Lo que ella no sabía era que su tercer sueño por cumplir se acercaba andando lentamente. Adivina, adivinanza.



5 commentaires:

  1. Cuando he terminado de leer, he dicho, ¡No, esto tengo que leerlo otra vez!
    Al final han sido 5 veces las veces que lo he leido jajaja
    Tienes una manera muy inusual de escribir, consigues decir todo, sin decir nada... es, no sé, es extraño, no encuentro palabras para describirlo.
    Sinceramente, creo que eres única.

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  2. Que bien escribes, las pausas tan seguidas, los puntos, comas, la forma de la que escribes.... me encanta, y en cierto modo(no es por aparentar algo que no soy) me parece que escribimos parecido :)
    Besitooooooooooos(L)

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  3. El principio me recuerdo a unos viejos poemas de hace 3 años que he encontrado por ahí. Será por eso de escribir en tercera persona, que nos da más libertad...
    (L)

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  4. Jo, chica, es que con gente como tú da gusto!! :)
    Muchiiiiiisimas gracias, de verdad, no sabes que ilusión me hacen siempre tus comentarios.
    Ahora hay una de nueva colección muy parecida también en Zara en beige y en verde (dos diferentes, no la misma :P), y también he visto una en beige en Sfera!
    Besos!!!

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  5. Ce commentaire a été supprimé par l'auteur.

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A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.