lundi 23 août 2010

Hablemos de ropa de invierno.



Él, aquella noche de febrero de mil novecientos noventa y nueve a las doce horas, dieciséis minutos, doce segundos, llegó a su casa, después de haberse pasado tres horas bajo la lluvia esperándola en aquella estación de Madrid. Llegando a medianoche a su casa, con el móvil en la mano, esperando una llamada, un "he perdido el tren", un "no me esperes que no vuelvo", un "me he ido con otro" y esas cosas que suelen pasar y que nos conformamos con creer que solo ocurren en las películas. Mentira. No sólo ocurren en las películas. A veces, a una persona dentro de un círculo de unas diez mil le ocurre algo maravilloso y espectacular que hace que quién escuche lo sucedido se quede con la boca abierta durante, al menos, doce segundos. Estas personas, aparte de gozar de una gran suerte, permanecen sumidas en un conjuntos de maravillosas y bonitas circunstancias que nunca olvidaran aunque todo acabe mal. O rematadamente mal. Ella lo contaba después como si aquella historia no hubiese tenido el final que tuvo, como si todo hubiese seguido siendo maravilloso hasta ese preciso momento. Él, había llegado empapado, con ese pelo tan oscuro que tenía chorreando y enjuagándose las lágrimas con la lluvia para disimular. Él había llorado. Aunque pareciera mentira. Lo había hecho. Quizá por eso, al encontrarse con él aquella noche, apareciendo por la puerta, tan derrotado, con su trenca azul que parecía su vieja capa de superhéroe, con aquella bufanda que ella recordaba tan bien, que él le había enrroscado varias veces en su cuello alegando un resfriado común, pudo o no tuvo otra elección que abalanzarse sobre él, para acabar secándose las lágrimas con el jersey azul de él. Ese jersey, que parece haber vivido más historias que una caja de Pandora, sobrevive en el cajón de la ropa de invierno de ella, haciendo como que no está, como que nunca existió, como que él se lo dejó en algún hotel alguna noche durante sus peleas constantes los últimos meses, como que ella no lo tiene, como que ella le ha olvidado por completo, como que ya no le quiere. Porque en algunas ocasiones es mejor pensar que estas cosas sólo ocurren en las películas. Tengo tu jersey azul.

3 commentaires:

  1. Bonita historia del jersey azul, muy 'chachi' :3
    ... y menos mal que no soy la única persona que no ha comprado los libros *W*

    RépondreSupprimer
  2. Que historia más buena me ha hecho gracia hahahaha


    1besito :)
    http://stylefashionfamous.blogspot.com/

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.