mardi 14 septembre 2010

Los pinceles tienen una vida (secreta).



Y comenzó a diluir la pintura roja con agua. Debajo del grifo el agua se antojaba demasiado fría, congelada. Los pinceles manchados se amontonaban en el alféizar de la ventana. Hacía viento, pero la pintura los conservaba en su lugar, impidiendo su huída calle abajo. Ese era el poder efímero de la pintura. Conserva todo aquello que quieres para tí. Como los pinceles. Como los recuerdos. Como las imágenes que algún día pintaste en un trozo de madera seca. Como los dibujos que ahora ella plasma en aquel lienzo manchado de esperanza. Esperanza por conservar lo que todavía no se ha perdido. (Pero falta poco para que se pierda). Esperanza para creer que lo que ella dibuje en aquel óleo se hará realidad pronto. Once segundos después, espera. Las cortinas se mueven al compás de los murmullos del viento. Ella limpia los pinceles uno por uno. Con cuidado. Con cariño. Como una madre. Como el hijo que nunca tuvo. Sus manos se llenan de pintura. En sus uñas se amontonan restos secos de pintura de otra tarde. De otra vida. El agua salta hasta ella. Su ropa interior de algodón se tiñe de rojo por segundos. Ella exclama una palabra fea y sigue a lo suyo. A limpiar pinceles. A diseccionar recuerdos. A hacer que los malos se vayan por el fregadero, junto con la pintura inservible. El viento vuelve. Se va. Un pincel se cae. Vuela. Está lleno de pintura verde, todavía sin lavar. Ella exclama algo. Corre a la ventana. Alguien pasa por debajo de aquella ventana azul. Coge el pincel y mira hacia arriba. Ya han pasado los doce segundos. Es el momento. Distancia prudencial. Tres metros de altura. Una ventana, un hombre, una mujer y un pincel. Prólogo de un enamoramiento anunciado.


PD: Pinceles y pintura para tela aquí. Gracias. (Porfaplis, decidme que os parece la historieta del gnomo y la niña de las trenzas, es decir, si debo continuarla, o si no os gusta)


PD2: Pronto, muy pronto viene la niña de las trenzas con otra botella de leche para vosotros.

5 commentaires:

  1. curiosamente, a él no le gustaba el verde. siempre había sido su color menos favorito de todos.



    (no tengo sirope de fresa. soy más de mermelada, qué se le va a hacer. pero sí que tengo bollos de crema, por si te sirven)

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  2. yo creo que si deberias continuar la historia,
    me he quedado con ganas de saber que pasa con el gnomo/duende y la niña de las trenzas infinitas

    Marley

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  3. Larga vida a los momentos en los que me siento en una silla y cojo el pincel y comienzo a bocetear.

    Una botellita de leche de regalo para la niña de las trenzas.

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  4. yo no sé qué es un -o una- sirope.. pero me gustaría saber C:



    pinceles con rojito, ¡qué tierno!

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A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.