lundi 20 septembre 2010

Un día sí. (Otro también).

Venga, va. Ella se levantó. Las cosquillas en la tripa. En el estómago. En el vientre. Dondequiera que sea. Pero las luciérnagas que no son buenas. Las que hacen daño. Las que te amargan la vida (y el corazón). Las que cierran con candados la habitación roja hasta Junio. Venga, va. Que se levante ya. Se vista. Se lave los dientes. Que no se olvide nada. Ni la cabeza ni las neuronas en casa. Reproches constantes. Quizá. Que no. Que ella no es de allí. Que allí no cuentan con ella. Y se pasan las horas. Que son siete. Siete al día. Y se olvidan los pros. Abundan los contras. Y todo. Todo se desvanece entre horas de timbre y pasillos (ni tan siquiera ya). Le quedan miles de trabajos y miles de millones de cosas que hacer para que tal vez sea para nada. ¿O no?. Quién sabe. Él se esconde por los pasillos. Ella lo sabe. Se esconde también. Se camufla detrás de su carpeta. Detrás de sus apuntes. Como si este verano no hubiera pasado. Como si este curso sólo fuera una prolongación del pasado. Como si no hubiera existido él. Como si nunca hubiera pisado su habitación rojiza. Mejor así. Mejor pensar que nunca ocupo un lugar ahora vacío y sucio. Un lugar que nadie se ha atrevido a limpiar. Ni tan siquiera ella. Y quizá nunca lo haga. Y siguen las cosquillas de dolor. Un día sí y otro también. ¿Hasta cuando?. ¿Todo el curso así?. Ojalá no.

1 commentaire:

  1. Si..la historia es cierta...suerte con ello.Me ha encantado.Buena forma de describir...si es lo que creo que describes.
    un beso

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A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.