dimanche 12 septembre 2010

Ven a mi habitación roja y te invito a galletas.




Y vendrás a preguntarme a mí (a ella). A preguntarme si me gustan las galletas con chocolate. Si las prefiero con mantequilla. Si soy adicta a ellas. Si son de marca o no. Si contienen gluten. Si han dejado escapar trazas de frutos secos y leche. Porque sí. Porque así eres tú. Él. Quieres saberlo todo. Como si todo el mundo girara alrededor de tí. Porque es la verdad. Sólo soy un simple satélite a tu alrededor. Nada más. Como siempre. Y todos formamos parte de tu universo. Eres el sol principal. El que nos alumbra a todos. Cuando las estrellas encienden tus mejillas. Cuando los asteroides te despeinan el flequillo. A veces con ese aspecto de nebulosa otoñal. Con frío congelando tus pestañas. Con tu abrigo de paño. Con tu jersey azul. Comiéndote las galletas de chocolate de ella. Mis galletas. A las que no te he invitado. Me has pillado de sorpresa. Como siempre. No te esperaba, aquí, tan pronto, en mi habitación roja. No llamaste a la puerta. Entraste sin preguntar. Como una ventisca fuerte. De la clase que te hace apretujarte la bufanda en la garganta para no resfriarte. (Para no enamorarte). Achíis. Demasiado tarde. Y aquí estamos los dos. Nadie más. Y te quedas ahí parado. Preguntándome. Preguntándome leyes gravitacionales. Preguntándome la receta de mis galletas de chocolate. Preguntas sin respuesta. Preguntándome cosas que no quiero contestar. Pregúntame lo que quiero escuchar. Pregúntame si te quiero. Si me he resfriado ya.

3 commentaires:

  1. A pesar de que el chocolate no sea uno de mis fuertes... ummmm... creo que preguntaría si puedo probar el manjar en esta habitación roja, jeje. MUA

    RépondreSupprimer
  2. hay gente que tiene ese tipo de superpoder, ser el centro, enamorarte, resfriarte :)
    muua

    RépondreSupprimer
  3. Hay gente asi, ahaha supongo que en cierta parte me siento identificada con el texto,
    por cierto, las galletas tienen una pinta...

    Marley

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.