A veces le picaban las espigas que tenía dibujadas por la vida en la espalda. Temía que al rascarse le arrancara el corazón a alguna. O que se murieran de dolor. Asi que para arreglarlo las hacía cosquillas. Primero suavecito para no despertarlas. Y luego, cuando se hacía de noche, con más entusiasmo, como regañándolas. Algunas veces se las tapaba con una docena de tiritas para que no se vieran demasiado y no asustaran a nadie. No era muy normal tener un campo en la espalda, la verdad.
PD: Perdonad la decadencia, si no muero antes el día 1 seré libre.
¡Qué bonito el jersey!
RépondreSupprimer¿Exámenes?
a mí las cosquillas me escuecen cuando pica. de ser espiga habría preferido cariños antes de dormir.
RépondreSupprimerpd: té con galletas.
(y sirope)
¿Podrán otros alguna vez acariciar ese campo de espigas en su espalda?
RépondreSupprimerMe gusta mucho la foto!