mercredi 10 novembre 2010

Los pájaros de tu pecho.

Era Enero. Entonces los pájaros revoloteaban encima de tu cabeza. Y te desordenaban los recuerdos. Y luego te los enquistaban con nudos de marineros. Y algunas veces anidaban en tu corazón, a la altura de mi amor por tí. Y se quedaban allí todo el invierno, sin dejarte apenas respirar y picoteándote el alma. Y tú te ponías camisetas de rayas para ver si se iban por inercia a su lugar de origen. Y te dejaban en paz de una vez. Te atormentaban. Te acosaban. Te dolían. Y tú me contabas que te daba lástima matarlos de pena. Decirles que todo se había acabado entre tú y yo. Para que se fueran de una vez. Y aguantabas un invierno tras otro. Con los pájaros en el corazón. A veces se les escapaba un estornudo y te inundaban el interior. Colapsándote los oidos. Y no me oías. Ni me escuchabas si quiera. A veces los odiaba como nunca odié a nadie. Por llenarte de dudas el corazón. Por ocupar un sitio que era mío. Todo el mundo decía que tenías de pájaros llena la cabeza. Lo que no sabían era que nunca estuvieron allí, si no en tu corazón, en tu habitación rojiza. Sólo aguantaban en tu frente el tiempo necesario para ahondar recuerdos malos y tristes. Para hacerlos más importantes y dolorosos. Y luego llevárselos dentro de tí hasta que ocupaban todo tu pecho. Y permanecían allí.

2 commentaires:

  1. ¿Sabes que por mi pecho a veces vuelan rápido rápido una manada de pájaros? Son ellos los que me traen la felicidad (:
    (Jopé, he leído tus últimas entradas aunque no haya comentado estos días, es que he estado liada.)

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.