mercredi 15 décembre 2010

Bueno, son cosas que pasan.

Las madrugadas de los lunes se comían con los ojos. Las madrugadas de los martes con las clavículas. Las madrugadas de los miércoles no había nada que cenar, siempre discutían. Las madrugadas de los jueves les duraba el enfado. Las madrugadas de los viernes se comían con las vértebras, para no verse la cara, todavía enfadados. Las madrugadas de los sábados se comían con las puntas de los dedos. Las madrugadas de los domingos, no estaban, permanecían. No era la dieta más sana del mundo, la verdad. Pero era la única que hacía que sus huesos se pusieran en pie cuando sonaba el despertador a las siete. Que su carne flácida cobrara la turgencia de los noventa cuando eran, aún, novios. Que los recuerdos se enredaran en el colchón y se perdieran para siempre. (O casi). Y a Miguel le gustaba. Y a Anna también, aunque le costara reconocerlo. Últimamente se perdían la vida demasiado rápido. Siempre deprisa. Y a menudo a Miguel le costaba decir palabras bonitas, de esas que suenan tan bien. Y Anna se enfadaba y ponía morritos. Se le hinchaban las mejillas porque sus pecas se abrazaban para consolarla el llanto. Y dejaba de ponerse la falda bonita que le quedaba demasiado corta. Y Miguel no salía a trabajar tan de buen humor como de costumbre. Luego Anna se pasaba el día medio llorona, equivocándose en las cuentas y teniendo que repasarlas a mano. A menudo alguna clienta se quejaba y ella lloraba a moco tendido y alguna que otra mujer le daba un pañuelo para consolarla. Y cuando cerraba la tienda a Anna le daba por irse al bar de enfrente, donde vendía la soledad a cambio de un par de palabras. Y ese día no había cena. Y Miguel llegaba, dejaba la chaqueta en una silla y no había ni tupper ni posit en la nevera. No había nada. Sólo recuerdos enlatados en la despensa. Y se enfadaban mutuamente. Y ella llegaba cansada, ya de madrugada y se tumbaba en el sillón, medio desnuda. Y esa noche tampoco había ruido de clavículas, ni rodillas.

2 commentaires:

  1. La vida resulta muy triste si te la pierdes de ese modo.

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  2. (les dejo una fiambrera de macarrones con queso para los miércoles, que las discusiones siempre dan dolor de tripa)


    pd: y para Anna, cariño.
    porque sí. (y para ti el
    doble)

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A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.