mercredi 20 octobre 2010

La mermelada del fin (del mío, de ésto).


Se me acumulan las ganas de llorar. Son frías e implacables y a cualquiera que le preguntes te las comparará con las facturas al final de mes. Quizá sea eso. Mi final de mes. Pero, ¿cuántos meses van ya?. Y, ¿cuántos quedan todavía?. No lo sé. Y me aterra. Me aterra el no saber. Pero más me aterra quizá el saber demasiado. El saber a ciencia cierta lo que va a pasar. Y saber que va a ser malo. Tantas incógnitas ya resueltas. Estoy triste. Y no demasiado poco. Desgraciadamente. Y ella lo sabe. Y sabe que yo lo sé. Y sabe que ella quería que no se me notara. Pero hay cosas que no se pueden ocultar. No soy feliz. Yo ya no soy la de antes. Me angustia pensar si alguna vez lo volveré a ser. A ser quién se emocionaba con las películas de amor. Quién adoraba los domingos lluviosos. Quién deseaba llegar a clase para verle. Sé que no. Que nunca será igual. Porque hace mucho tiempo que ya no hay él y lo peor es que no sé si alguna vez lo hubo. Tampoco sé por qué me siento así. Aunque lo intuyo. Quizá sea algo que se rompió hace tiempo. Un cúmulo de sensaciones horribles. Sé lo que se rompió pero mejor no lo digo en voz alta. Solo diré que fue (des)amor. Y todo esto es demasiado pasteloso. Eso sí lo sé. Pero me siento decepcionada. Con él. Con todo. Conmigo. Porque creí ser capaz de hacer algo que no he hecho y que sé que ya nunca haré. Ya no me siento realizada. Ni segura de mí misma. Ya no hay paredes que valgan, ni escudos de palabras vacías. Ya no hay nada. Sólo mi cuerpo. Ya no hay alma. Sólo mi vida. Y voy y vengo porque sé que tiene que ser así. Un día más y otro y otro. Y me siento más estúpida cuando pienso que soy una egoísta por sentirme así. Que debería levantarme del charco donde me resbalé de tanto chapotear. Pero no puedo. Llevo desde Junio así y yo ya no doy para más. Quizá sea hora de decir adiós. A este blog. A mi creatividad. A veces viene, pero creo que mi mal humar la asusta y se vuelve a ir. No creo que venga pronto. Quizá ya no vuelva nunca. Y en ese momento no sé qué me quedará. Ya no habrá ellos, ni ellas, ni Daniel, ni Anna, ni mi niña de las trenzas, ni mi yo, ni yo misma. Tal vez un día me levante por la mañana y me despida de vosotros. Quizá mañana o pasado. O dentro de un mes. Ni yo misma sé que hacer.

¿Dónde venden los superglús para recomponerse enterita?.
Ahora desayuno la mermelada con trozos de astío.

3 commentaires:

  1. ufff indecisiones.. no saber que hacer.. yo así siempre.. animos y pa'lante

    RépondreSupprimer
  2. Levántate y piensa en ti por encima de todo.
    Guarda en un baúl todo lo que viviste con él y cómprate un cuaderno nuevo para las próximas vivencias y retazos de tu creatividad.

    ¡Besito!

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.