No es por nada -empezó a decir él. Empezaba las conversaciones siempre de aquella manera, como si el tema no fuera con él y siempre estuviera hablando en tercera persona. Siempre ausente, siempre sin sujeto propio - pero, quiero decir, no sé, ya sabes, son demasiadas cosas, no es que me muera por tí, que a lo mejor, quizá, también, es sólo... todo. Demasiado, son demasiadas cosas, sí.
Gilipolleces - dije yo, lloraba por dentro y mi nariz se enrojecía, chismosa.
Para tí, tal vez. ¿Qué cojones haremos cuando nos congelemos? - preguntó, mientras se ataba los cordones sin atinar una y otra vez.
¿Cuando nos congelemos? - repetí, las metáforas eran rasgos propios de Pete, casi tanto como sus jerseys de lana.
Sí, cuando todo haya muerto y queramos conservar para siempre las palabras que estarán vacías para entonces -decía rápido, como si intentara excusarse de no quererme.
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RépondreSupprimerhttp://sonriaparahacermefeliz.blogspot.com/
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RépondreSupprimerYo creo que el amor sobrevive hasta a infinitos grados bajo cero.
RépondreSupprimerel amor puede derretir el hielo,
RépondreSupprimerpero hay que querer :)
que se entierren. o se tapen con mantas hasta la nariz. ¿qué harán entonces? mejor que piensen en lo que harán ahora, que es lo único que importa.
RépondreSupprimer(a mi elefante
le da curiosidad saber
cuál es tu pastel favorito)
Yo estoy pensando en hacerme uno... (flickr) Pero no sé no sé jajaja
RépondreSupprimerEl texto precioso, como siempre.
Unbesito:)
B.