vendredi 31 décembre 2010

El corazón desbocado de Otto que casi se le sale por la boca.

Bromeaba Otto sobre si sentarse en el aire o en el árbol. O mitad de cada. A lo mejor a sus rodillas les apetecía volar un poquito, casi casi, permanecer suspendidas entre el polvo y las partículas del viento fresco. Tenía serias dificultades para acomodarse agusto entre un par de ramas. Se le clavaban entre los huecos de los huesos que le formaban el cuerpecillo y le dolía horrores. Cuando encontró la posición adecuada, con las clavículas en las muñecas y los omoplatos recubriendo sus muslos, el corazón se le quedó sin espacio y casi se le sale por la boca, desbocado. Corrió a tiempo de que sus falanges le apretaran intentado no hacerle mucho daño y le devolvieron otra vez a su sitio, entre la pierna izquierda que flotaba en el aire del otoño. Despues de varias horas recolocándose los huesos consiguió que ninguno se le quedara aislado ni se saliera un poquito por ningún lado, en ese momento levantó la vista para decirle algo a la niña que estaba junto a él en el árbol. ¡Era tan graciosa! Tenía la naricilla en el corazón y las costillas formaban arcos en sus mejillas, como si fuera una gran obra arquitectónica. Sonreía a veces desde la rodilla izquierda, donde tenía puestos los labios, y sus ojos azules, que todavía conservaba en el rostro se abrían paso como pozos de azur. ¡Era tan guapa!. Tenía el pelo cortito casi como un chico malo y muy muy despeinado, como si ella también se hubiese pasado horas colocándose los huesos en aquel árbol. De la emoción las pecas de las mejillas se habían movido por todo su cuerpo y formaban pequeñas estrellitas en diversas partes de su cuerpo, en los pulmones, en la faringe, en las orejas... ¡Era tan monosa!. A Otto le daban ganas de besarla, pero sabía que hasta que encontrara dónde se había dejado los labios pasaría una eternidad y ella ya se habría aburrido de mirarlo. Asi que se conformaba con darla la mano, que con suerte, había mantenido en su posición original, y formaban gustosos una gruesa maraña de huesos y de pieles, junto con algunas pecas que correteaban incesantes de un lado a otro.

Feliz año nuevo y todas esas cosas bonitas que solemos decir en estas fechas. No voy a mentiros, no ha sido el mejor año de mi vida, pero tampoco el más horrible. Abrí este blog hace unos meses y nunca pensé que llegaría hasta aquí. Lo digo porque tengo la extraña manía miedosa de cerrar las cosas antes de tiempo, como quien cierra los ojos antes del golpe final, no puedo decir que nunca lo hubiera pensado, es más, si buscáis en el archivo seguramente encontraréis alguna que otra despedida; pero el amor me robó en su tiempo la valentía y todavía no la he recuperado. Me gustaría mucho, mucho, mejorar, saber qué no os gusta, saberlo todo, como si esto fuera una autopsia el día de fin de año. Para ello (y sin que sirva de precedente) os dejo mi tuenti, en el que me encontraréis por Belén Benito Moreno, para que me mandéis lo que queráis, como si queréis insultarme, que lo aceptaré. También tenéis el Formspring, que acepta anónimos muy bonitos, y el Flickr, pero eso ya es otra historia.

1 commentaire:

  1. Yo no te puedo decir nada malo, estoy enamorada de tus textos, cada uno es mejor que el anterior. Son genialísimos, de verdad :)

    RépondreSupprimer

A veces hay cosas que es mejor contarlas.
Sólo por si acaso.